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Salvador vende bolsas León con 82 años de disciplina

El comerciante Salvador vende bolsas en León y burros...

octubre 4, 2025

El comerciante Salvador vende bolsas en León y burros de madera a sus 82 años.

A sus 82 años, Salvador Ramírez Valadez es un ejemplo de disciplina y perseverancia en las calles de León, Guanajuato. Cada tarde, este comerciante se instala en la esquina de Nicaragua y Parral Oriente para vender bolsas de colores para el mandado y los tradicionales burros de madera para planchar. Para él, el trabajo no es solo un sustento, sino la forma de mantenerse activo y alegre.

Con más de cuatro décadas dedicado al comercio, Salvador confiesa que prefiere estar en su puesto que en casa. “Me gusta venir a trabajar porque en mi casa me aburro”, explica con una sonrisa. Su presencia se ha convertido en parte del paisaje urbano, ofreciendo un recordatorio de que la perseverancia es la clave, incluso en la vejez.

Una vida dedicada al esfuerzo y el comercio

La vida de Salvador ha sido una constante de esfuerzo. Tras la muerte de su padre, comenzó a trabajar en un rancho con tan solo 10 años de edad. Luego, fue coordinador de misioneros en el Templo del Niño Obrerito antes de encontrar su vocación en la venta. Su experiencia comercial incluye haber vendido cajoneras de carrizo y plástico en Veracruz, donde vivió por diez años.

Al regresar a León, se estableció con el negocio de los burros de planchar, una labor que mantiene desde hace más de 40 años, y que complementa hoy al agregar las bolsas a su oferta. Su horario es fijo: se instala entre semana, de 7 a 10 de la noche, demostrando una férrea disciplina a pesar de su avanzada edad.

El valor del trabajo más allá de las ventas

Las bolsas que Salvador vende tienen precios accesibles, oscilando entre 35 y 70 pesos, mientras que los burros de madera alcanzan hasta 850 pesos. Más allá de la transacción económica, el trabajo representa para él una razón de vida.

A pesar de haber enfrentado duros golpes, como el fallecimiento de su esposa y dos de sus cuatro hijos, y de lidiar con una salud frágil que le ha requerido hospitalizaciones, conserva un gran ánimo. Su hija Verónica lo acompaña por las tardes para cuidarlo, pero es el comerciante quien se niega a detenerse. Salvador lo resume con sencillez: “Me gusta salir, ver a la gente, platicar… así me siento mejor”, poniendo en alto el valor del esfuerzo diario y el contacto humano.

Fuente: Tv4 noticias

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